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Versión completa: Telenovela Urbana
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Este fue un suceso que me tocó presenciar hace poco más de una semana en algún vagón del siempre elegante y cosmopolita metro de nuestra Ciudad de México (desde su Córdoba nuevo, Puca pasa y me grita con todas sus fuerzas para que escuche hasta adentro del vagón: "¡PIRRURRIS! ¡YUPPIE! ¡HIJO DEL YUNQUE! ¡CAPITALISTA CHUPASANGRE! ¡NO TIENES DERECHO A MARCHAR NI A QUEJARTE! ¡ESO DÉJALO PARA NOSOTROS, LOS POBRES, LOS JODIDOS... AQUELLOS EN LOS QUE ANDRÉS MANUEL CREE! ¡QUE MUERA LA ULTRADER...!" y ya no escucho más por que el metro se detiene en la siguiente estación y Don Puca sigue avanzando en su Seat, después de subir el vidrio eléctrico de su ventanilla, satisfecho por haber manifestado el descontento social del pueblo mexicano.


En fin, sigamos. El entorno ya se lo saben. Tarde lluviosa y cada tren de la Línea 2 tarda un promedio de 14 minutos entre estación y estación. Eso da tiempo más que suficiente para el desarrollo de una buena telenovela, si uno tiene los sentidos dispuestos para encontrar alguna.

En esta ocasión, los protagonistas eran 2 juveniles muchachitos, supongo que estudiantes, de unos 20 ó 21 años. Él, un caballero apuesto, alto, fornido, de castaño y bien cortado cabello, ojos de un verde intenso que hacen temblar a las mujeres. Manos fuertes, largas, varoniles y algo velludas. Iba vestido con un elegante traje europeo gris, camisa blanca y corbata color perla, portando con gran clase una sonrisa algo torcida pero encantadora justo a la altura de la boca.
























ah, no... perdón. Ese era yo, que venía observando la escena recargado en la puerta que está entre vagón y vagón. ah! y no, no tengo 21 años. Pero nuestro joven protagonista sí los tenía, seguramente. Un tipo moreno, flaco, algo chaparro, vestido a la usanza estudiantil de la época... sea lo que sea eso. Su cabello inspiró mi creatividad empresarial, ya que traía unas "rastas" que servirían maravillosamente como trapeador. De hecho, a juzgar por el aspecto, de seguro él ya había pensado en eso y así las usa todos los días... no encuentro ningún otro posible uso que explique la manera en que se veían. En fin. Un tipo serio, reservado y de pocas palabras, como veremos más adelante.

La chica era toda una postal urbana. Vestida con una especie de huipil indígena negro con florecitas moradas, cabello a la Lacandona Style y aretes seguramente comprados con los artezánganos de Coyoacán. Hagan de cuenta una Frida Kahlo, pero en fea. Sí, ya sé que esto suena imposible de imaginar (hablo de la Frida real, no de Salma) pero les juro que la muchacha superaba con gran éxito la fealdad... bueno, no... fealdad es un término muy feíto (valga la redundancia)... digamos que superaba por mucho la carencia de belleza de la Kahlo. Aprovecho la ocasión para comentar lo mucho que me divierten las chilanguitas cegeacheras que asumen el look indígena, cuando sus tiernos piecesitos jamás han pisado otra cosa que no sea el asfalto y el concreto vil. Pero eso sí, se identifican plenamente con el campo y el indigenismo mexicanos.



En fin. Dejemos la crítica social. La escena en sí comenzó cuando los viajantes que nos encontrábamos alrededor de la pareja comenzamos a percatarnos de que las cosas no andaban bien. La chica iba mirando hacia la puerta (era la primer persona entrando a la derecha) y a sus espaldas el joven parecía algo turbado. Ella volteaba cada 2 minutos y le decía algo así como:

- Pero sí, ¿verdad? ¡y yo ahí buscándote como tu pendeja!

Ahora, aclaro que yo no tengo ningún inconveniente en que las mujeres expresen su inalienable derecho de cajetearse a un güey por la razón que gusten y manden pero... aquí el problema era el volumen. Vaya, parecía que estaba anunciando el Circo Atayde Hermanos desde una camioneta con altavoz de escuela. El joven contestaba sin demostrar mucha emoción, y en voz muuuuy, muy baja. Y entonces ella volteaba de nuevo...


- NO, CABRÓN, NO ME DIGAS ESO, NO MAMES, Y LUEGO CUANDO TE ENCONTRÉ AHÍ SENTADO SÍ LUEGO LUEGO, ¿NO?


El joven de nuevo contestaba de manera moderada y discreta. Y ella, oooootra vez:


- NO, GÜEY, NO. SI TÚ YA SABÍAS QUE ESTABA AHÍ, NO SOY PENDEJA, EH? MEJOR DIME LAS COSAS COMO SON, SIN HACERNOS PENDEJOS.


Los espectadores nos encontrábamos ya francamente incómodos ante el showsito aquel. He de reconocer que el cabrón aguantó como los grandes la alta dosis de cajeta que le tiraba encima su compañera. Por tres larguísimos trayectos de estación a estación soportó estoico, pronunciando de vez en cuando esos rezos inintelegibles en voz baja, que sólo parecían avivar el ardor de su expresiva y feroz pareja.


Por fin, a la cuarta estación, hizo lo que todos los presentes esperábamos que hiciera desde hacía rato. Yo ya estaba distraído, mirando hacia afuera por si pasaba el Puca otra vez a reafirmarme su cátedra sobre la primacía del proletariado, y cuando volteé de nuevo el joven ya se encontraba con los pies sobre el andén, mirando con ojos llameantes a la joven y diciéndole de frente alguna frase que, como siempre, no podía ser escuchada por los circundantes, pero que debió ser algo profundo y romántico como:


- Mi nana Pancha le da vuelo a la hilacha, le gusta la guaracha, la rumba y el danzón.


Ya saben, alguna frase de truene así llegadora, como para ocupar la memoria de una mujer por largas noches de amargo llanto.

Ella quedó congelada, como sin poder creer ese desplante de dignidad que yo estuve a punto de aplaudir como si fuera un gol de la República Checa. Acto seguido, el muchacho dio media vuelta y se alejó caminando hacia las escaleras de la estación. Ella no se movió, pero quedó visiblemente compungida y triste mientras las puertas del metro se cerraban y comenzaba el lento bamboleo de la serpiente naranja dirigiéndose a la siguiente estación.

A partir de ese instante, la actitud de nuestra protagonista cambió del rojo encendido de la ira, al azul grisáceo de la melancolía pura. Recargaba su cabecita en el tubo que está junto a la puerta y miraba el infinito que, lleno de calles y edificios, pasaba delante de sus ojos como recordándole lo que acababa de hacer y decir. Las gotas de lluvia resbalando sobre el vidrio rayado del metro acentuaban la noción de la pérdida, de aquello que se nos escurre entre los dedos sin remedio. El metro abrió de nuevo sus puertas y ella apoyó su nostálgico rostro en el borde de la puerta, no poniendo atención a nada que no fueran las voces de su arrepentimiento y su recién inaugurada soledad. Los ruidos de la ciudad y el murmullo de los pasajeros en el vagón se mezclaron con algún sonido más alto, chillido electrónico inoportuno que para ella tenía que carecer de significado...








Pero para nosotros, los pasajeros de alrededor, ese sonido sí tenía un significado: la puerta iba a cerrarse. El putazo que se llevó en la nariz al cerrarse la puerta es una de las mejores escenas que he visto en mi vida.


De inmediato su cara tomo aspecto de Rodolfo el Reno, con la nariz roja roja y los ojos llorosos. Soltó un "PENDEJA!!", con el que todos los espectadores estuvimos muy de acuerdo, mientras nos agitábamos convulsivamente tratando de contener la risa sin mucho éxito. Me cae que no sé cómo no se soltó a chillar ahí mismo. Dos estaciones después bajó, completamente descompuesta y no volvió la mirada atrás. Supongo que después de su pelea con el novio (y con la puerta), colaboró bastante con la lluvia para mojar el pavimento durante el resto de la tarde.


Y yo...















Yo me seguí riendo hasta llegar a Tasqueña...










Moraleja: Niñas, cuando quieran cagar a sus hombres, no lo hagan en público. Si no tienen opción, háganlo, pero de forma discreta. Y si ya ni eso pueden, por lo menos cuídense de las puertas No sea que un pendejo ocioso vea toda su historia y la transcriba en un foro para matar de hueva a los demás.













Por su atención, gracias.












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Estos posts si me gustan, esta muy bueno Itanium.....
romino escribió:Estos posts si me gustan, esta muy bueno Itanium.....

bueno acerca de tu opinión, el día que le vendí mi camioneta al paisano de vallarta, me di cuenta que es difícil que la economía crezca con tanto guey que vive en la sierra, ahí hace mucho frío y luego si comen helado, les da mas, porque el día que me fuí a monterrey pasé por un mac donalds y me acordé de un chiste muy bueno, luego te lo cuento. Esa es mi opinion.
¡Caray! Y otros perdiendo el tiempo en posts de big brother y anti big brother...

:roll: :? Smile Big Grin :lol:
:lol: :lol: :lol: :lol: :lol:

Hoy si me hiciste reir Itanium, de donde sacas tanta imaginación???, son muy raros tus temas, pero con mucha imaginación.
Two thumbs up!
Jaja ja, ahora si mis respetos Itanium, muy buena historia.
BEST ITANIUM POST EVER!

Hehehe, muy bueno, muy bueno... Big Grin
jajajajajajajaja y me contò un chiste buenisimo, cada que lo recuerdo me rio nuevamente jajajajajajajajjaja.....vaya que me reì bastante. Me dijo: te voy a contar un chiste buenisimo y yo: ah orale pues va! y que empieza: Estaban 3 sujetos en un bar, uno de ellos traìa botas negras, otro de ellos traìa botas color hueso y el tercero de ellos traìa un cinturòn con una hebilla de plata, ademàs traia una esclava de oro y un fajo de billetes, especificamente dolares, en diferentes denominaciones y ya para no hacerselas cansada, ni aburrirlos, pues les dire que, total, mi primo terminò de contarme el chiste y era realmente gracioso jajajajajajajajaja, y si se lo dije eh, no crean que no; le dije: oye primo, que chiste tan gracioso ( mientras reiamos de ese chiste que me acababa de contar )