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Versión completa: Ansiedad por el status,tienes los sintomas?
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"Es muy perniciosa la ansiedad por el status"


Opina el filósofo suizo Alain de Botton

Por Juana Libedinsky

LONDRES.– “Cada vez que a un amigo le va bien, alguna cosita dentro de uno muere...” La célebre frase de Gore Vidal resume bien lo que Alain de Botton analiza en su nuevo libro. Botton es el joven filósofo suizo que supo lograr la imposible tarea de poner a los grandes, de Aristóteles a De Tocqueville, en boca de todos, con su best seller y sus programas de televisión.

Si bien hasta existe un término en alemán (schadenfreude) para traducir aquel pequeño placer inconfesable que podemos sentir frente al fracaso de los otros, hay otra cara de la moneda, que explica la anterior y que ha quedado oculta. Botton la denomina “la ansiedad por el status” (título, también, del flamante libro, ya traducido al castellano). Según el filósofo ése es “uno de los grandes males de nuestra época”.

“La ansiedad por el status es la preocupación de no estar cumpliendo con los ideales del éxito de nuestra sociedad y el temor de que, como resultado, nos arrebatarán la dignidad y el respeto. Es tan perniciosa que la capacidad de arruinar extendidos períodos de nuestras vidas y no sólo afecta a los individuos, sino también al comportamiento de los países", resume, el autor que popularizó la visión de los grandes filósofos y las ideas complejas con libros como "Las consolaciones de la filosofía" y "Cómo Proust puede cambiar su vida".

De Botton -que se educó en los mejores colegios de Zurich, pasó por Oxford y es ahora investigador de la Universidad de Londres- tiene uno de esos acentos perfectos de la BBC que hacen que todo lo que diga parezca inteligente y ligeramente irónico. Con ese tono asegura que la búsqueda desenfrenada de poder, fama y dinero no es más que la manifestación externa de una necesidad extrema de aprobación o de amor.

"Poder, fama y dinero son valorados más como símbolos de ese amor que como fines en sí mismos", dice.

Niño mimado de la costa este norteamericana desde que Updike calificó de maravillosa su obra, De Botton asegura que su último libro nació de una inquietud personal. Pero es difícil imaginarlo angustiándose por el éxito ajeno. Sin embargo, él jura que tuvo que escribir sobre el tema para ayudarse a sí mismo. "Cuando uno elabora un problema que tiene y logra comprenderlo, éste tiende a disminuir", dice.

Para De Botton, "escuchamos hablar del amor romántico todo el tiempo. Es lo que todos buscamos, lo que nos obsesiona. Sin embargo, también somos increíblemente sensibles a la atención que recibimos de otra gente, del jefe en el trabajo, de los colegas, de los amigos. Somos muy conscientes de la manera en que somos tratados y nos afecta si nos ignoran o no nos reconocen los méritos. Somos muy sensibles a este otro tipo de amor. Sin embargo nadie habla del tema, así que me pareció interesante sacarlo a la luz", explicó.

-¿Pero por qué llama a su objeto de estudio amor, como el amor romántico?

-Hay muchas similitudes entre el amor que uno puede querer de un jefe y el que uno puede querer de un amante, dejando la parte sexual a un lado. Todo se reduce a algo muy simple: el deseo de que nos traten bien. El problema se debe a que en un momento todos tuvimos un status muy alto: si uno mira cómo se trata a los bebes o a los niños pequeños, queda claro que parecen emperadores romanos. Alguien te trae tu comida y si no te gusta, gritas y la tiras al suelo. Todos fuimos esos pequeños dictadores a los que la gente admira sólo por existir. Si a los 25 uno sigue tirando la comida al suelo no impresiona favorablemente a nadie. Justamente, crecer significa ceder todo este amor y atención que se recibe automáticamente para pasar a recibirlo de la sociedad sólo como respuesta a los logros.

-¿No es buena la meritocracia?

-Es buena en cierta manera, pero mala si uno cree demasiado en ella. Porque eso significa que uno está convencido de que los que están en el fondo de la sociedad merecen su fracaso y los que están arriba merecen su éxito. Nuestra propia humanidad, y la generosidad hacia otros seres humanos, en cambio, siempre debería contemplar algún tipo de sospecha sobre los méritos que los pusieron donde están: si el hombre que está barriendo las calles realmente merece hacerlo más que el millonario. Hay que adoptar una visión menos simplista del asunto, porque sabemos que una verdadera meritocracia nunca podrá existir. ¿Cómo crear una sociedad que garantice que los buenos estén arriba y sólo los malos abajo? Es un sueño imposible y es importante recordar eso al juzgar a los demás.

-¿Qué opina de los reality shows que están de moda, en los que los participantes cambian radicalmente de apariencia, de casa y de vida?

-La idea de que uno puede cambiar completamente su apariencia física, su entorno y su vida es parte del ideal típicamente capitalista de que, no importa de dónde provenga uno, cómo luzca o quiénes sean sus padres, todo puede ser distinto con voluntad. Por un lado, es una idea muy linda y optimista. Por el otro, es una idea muy cruel, básicamente porque la mayor parte de nosotros no puede, por más que quiera, transformar mucho su vida. Es muy peligrosa una sociedad que insiste en que todo puede ser distinto dependiendo de nosotros; causa enormes niveles de ansiedad y depresión. La evidencia más clara se encuentra entrando en cualquier librería de Estados Unidos y yendo a la sección de autoayuda. Allí la mitad de los libros son sobre cómo convertirse en millonario para el próximo viernes, y la otra mitad sobre cómo lidiar con la baja autoestima. Ambos géneros están relacionados, porque para cuando llega el sábado y uno no se volvió millonario, necesita algo que lo haga sentir mejor consigo mismo.

-¿Cuál es la solución?

-Hay dos tradiciones occidentales que han abordado el asunto. La antigua Grecia con su idea de que la vida humana es trágica y que, todos, hasta los reyes y reinas más poderosos, están sujetos a fuerzas externas que no pueden controlar. Los dioses un día pueden decidir quitárselo todo, y nadie puede hacer nada al respecto. La otra tradición es la cristiana, por la cual el hombre es pecador e incapaz de llegar a la perfección. Cristo mismo puso el énfasis en el punto más importante: que, fundamentalmente, todos somos iguales. Estas historias se han perdido en la edad moderna, que es básicamente tecnológica, muy optimista y dominada por la idea del cambio constante y la inmortalidad, así que recuperarlas puede ser un comienzo de solución. También el arte es importante, dado que puede desafiar lo que la sociedad considera que importa. Y hasta el humor siempre es un arma muy útil para atacar el alto status de los demás.

-¿Los países también sufren de ansiedad por el status?

-Por supuesto. Después de todo, los países no son sino sumas de personas, y si uno mira en detalle a muchos de los mayores conflictos y guerras contemporáneos es evidente que esencialmente son por cuestiones de status. El conflicto árabe-israelí no es tanto sobre tierra, agua y orden como sobre respeto. Son dos pueblos que sienten que su dignidad ha sido horriblemente aplastada por el otro y no pueden perdonárselo. Otro ejemplo sería la ahora famosa brecha atlántica, sobre todo entre Estados Unidos y Francia. Los norteamericanos se sienten juzgados e inseguros, temerosos de que la clase educada francesa los trate de poco sofisticados y brutales, cosa que odian y que les hace odiar a los franceses. Por otro lado, los franceses temen que los norteamericanos les recuerden que supieron dominar el mundo y que ahora no son más que un pequeño país europeo. Hay una vulnerabilidad de ambas partes que esencialmente también es un tema de búsqueda de respeto.

-¿Cómo ve la ansiedad por el status en Mexico?

-Yo creo que en lo peor de la crisis se dio la paradoja que suele acompañar estas situaciones: la ansiedad por el status disminuyó. La ansiedad por el status ocurre cuando hay esperanza de dar el salto en materia económica conjugada, a la vez, con el miedo de caer. No se acaba si todos se vuelven ricos, porque la capacidad de competencia es infinita. Pero cuando todos empeoran, por ejemplo, con la devaluación de la moneda, todos ya cayeron, por lo que esta ansiedad se diluye. En China, me contaban cuánto peor en términos de ansiedad por el status está la situación comparada con años atrás, cuando eran tanto más pobres y no había esperanza de cambio. En Alemania oriental, también. La vida era muy relajada; uno sabía que el vecino no iba a volverse millonario mañana. Había otras serias preocupaciones, es cierto, pero, en ese sentido, era fácil relajarse.

-¿Hay que acabar con el status, entonces?

-No. Yo no creo que todos seamos igualmente valiosos. Creo que hay gente mejor que otra en distintas áreas, y que hay gente que merece un alto status, o respeto de los demás, y otra no. Pero sí cuestiono cómo el status de una persona en la sociedad está determinado hoy en día.

-Finalmente, ¿le molesta cuando lo catalogan de escritor de autoayuda, aunque sea autoayuda culta?

-No me gusta la división que hay entre el mundo académico más elevado, que persigue el saber por el saber mismo, y el saber al servicio de la vida cotidiana. Creo que hay algo de grandioso en la idea de un libro que uno pueda leer y que, de alguna forma, va a ayudarnos en la vida. Si me ponen junto con Séneca y Montaigne, entonces fantástico. Todo depende de cómo uno defina la autoayuda. Emerson y Thoreau básicamente escribían para la autoayuda y se me ocurren pocos honores como compartir un estante con ellos.
Me gusto mucho la definicion que da el autor a los snobs:

"EL SIGNO DISTINTIVO DE LOS SNOBS NO ES LA SIMPLE DISCRIMINACION,ES LA IMPUDICA ECUACION ENTRE POSICION SOCIAL Y VALOR HUMANO"
Obviamente nadie aceptaria abiertamente que tiene los sintomas, por que precisamente parte del problema es que muchos no se dan cuenta o no lo aceptan, o simplemete no es ninguna garantia aceptarlo.


Definicion de snob o esnob:

"Hoy en dia la palabra snob se refiere a personas que pretenden ser admiran o tratan de imitar a personas de supuesto mayor rango social,o adoptar costumbres que consideran distinguidas o de moda"

Esnobismo:

"Exagerada admiracion por lo que se considera distinguido o de moda"

Hay personas que tienen una posicion economica acomodada y no son snobs, y hay gente que no es tan favorecida en lo monetario y es snob. no tiene que ver con tu saldo en el banco.