06-26-2009, 04:30 PM
Mensaje de Denisse Dresser.
Anular es Votar.
Ud. sabe quién es su diputado? sabe cómo voto durante su paso por el congreso? sabe cuántas veces viajó al extranjero y a dónde? sabe qué iniciativas legislativas presentó? sabe cómo ha gastado el dinero público que usted le entregó mediante los impuestos? Es probable que ud. no sepa todo eso y quisiera sugerir por qué: El sistema político electoral que tenemos no fue construido para representar a personas como usted o como yo. Fue erigido para asegurar la rotación de élites, pero no para asegurar la representación de ciudadanos. Fue creado para fomentar la competencia entre los partidos, pero no para obligarlos a rendir cuentas. Fue instituído para fomentar la repartición del poder pero no para garantizar su representatividad. Y quizás por eso hoy hay tantos mexicanos insatisfechos, descontentos, descorazonados que no saben por quién votar o si lo harán siquiera.
Quiza por eso lo demuestra una encuesta reciente de la Segob, solo 4% de la población confía en los partidos y sólo el 10% piensa que los legisladores legislan en favor de sus representados. La población mira a los partidos y ve ahí una historia de priización, de complicidades, de organizaciones que ofrecieron enarbolar algo distinto para después actuar igual. Ve a partidos con algunas diferencias en cuanto a lo que ofrecen, pero con demasiadas similitudes en cuanto a cómo se comportan. Ve pluralismo en la oferta política, pero mimetismo en el desempeño gubernamental. Ve a partidos corruptos; partidos que se niegan a rendir cuentas; partidos que se rehusan a reducir gastos; partidos que hacen promesas para después ignorarlas; partidos que en lugar de combatir la impunidad, perpetuan las peores prácticas; partidos cerca del botín que se reparten y lejos de la ciudadanía; cerca de los privilegios que quieren preservar y lejos de los incentivos para sacrificarlos.
Hoy por hoy, la clase política no tiene un solo incentivo para remodelar un sistema que tanto la beneficia. Quizás los candidatos ahora en época electoral prometerán hacerlo después de que votes por ellos y lleguen al poder. Pero una vez ahí, pueden ignorarnos sin costo. No hay reelección, pero si hay trampolín: saltan de la cámara de diputados al senado, de ahí a una presidencia municipal y de ahí de vuelta al congreso. Una y otra vez sin haber rendido cuentas jamás. Sin haber regresado a explicar lo que hicieron y por qué. Sin haber sido sometidos al escrutinio de electores con la capacidad de sancionar o premiar, por qué si podemos llevar a alguien al poder con nuestro voto en esta elección; pero no podemos castigarlos si lo ejerce en nuestra contra.
Los políticos saben que han erigido un muro infranqueable en torno a su Alcázar. Tienen una situación inusual y privilegiada que no quieren perder. Algo está mal, algo no funciona, algo necesita cambiar y con urgencia. Porque cuando José Woldenberg sugiere votar por el menos malo, me parece un consejo que coloca a la vara de medición al raz del suelo. Que obliga a México a seguir conformándose con poco y aspirando a menos. Siento que si voto por cualquier partido en éstas condiciones, con éste sistema. Contribuiré a avalar a un sistema que debe ser cambiado desde afuera ya que nadie lo va a hacer desde adentro.
Siento que si tacho la boleta a favor de cualquier persona, en éstas condiciones acabaré legitimando a un sistema que actúa cotidianamente al margen de la ciudadanía. Siento si voto incluso por una persona con grandes atributos, en éstas condiciones acabaré premiando a partidos que obstaculizan la profundización democrática en lugar de fomentarla.
Y por ello tendremos que pensar en acciones que contribuyan a sacudir, a presionar, a protestar, a rechazar, a manifestar la inconformidad, a reconfigurar una democracia altamente disfuncional. Por ello habrá que proponer medidas para un voto por un candidato inexistente que combatan la inercia y generen incentivos para mejorar la representación. Porque el voto sin adjetivos ya ha demostrado ser insuficiente. La competencia entre partidos, ha demostrado ser insuficiente. La alternancia entre una opción ideológica u otra, ha demostrado ser insuficiente.
El problema no son las personas o los partidos en sí, es un sistema político que no asume la representación como punto de partida, como cimiento fundacional. El problema es la inexistencia de mecanismos democráticos como la reelección, las candidaturas ciudadanas, la revocación de mandato, el plesbicito, las acciones colectivas, entre tantas más.
El problema es que los partidos insisten en que nos representan adecuadamente cuando no es así. No podemos seguir fingiendo, ha llegado el momento de reconocer lo que no funciona y componerlo. Porque como ha escrito Jose Antonio Crespo: Votar por el partido menos malo, equivale a comprar la fruta menos podrida, en lugar de presionar al vendedor a que de ahora en adelante venda fruta fresca. Equivale a decir que México no puede aspirar más.
Por eso voy a anular mi voto y votar por esperanza marchita. Anular es votar, anular es participar, anular es aspirar a más.
Anular es Votar.
Ud. sabe quién es su diputado? sabe cómo voto durante su paso por el congreso? sabe cuántas veces viajó al extranjero y a dónde? sabe qué iniciativas legislativas presentó? sabe cómo ha gastado el dinero público que usted le entregó mediante los impuestos? Es probable que ud. no sepa todo eso y quisiera sugerir por qué: El sistema político electoral que tenemos no fue construido para representar a personas como usted o como yo. Fue erigido para asegurar la rotación de élites, pero no para asegurar la representación de ciudadanos. Fue creado para fomentar la competencia entre los partidos, pero no para obligarlos a rendir cuentas. Fue instituído para fomentar la repartición del poder pero no para garantizar su representatividad. Y quizás por eso hoy hay tantos mexicanos insatisfechos, descontentos, descorazonados que no saben por quién votar o si lo harán siquiera.
Quiza por eso lo demuestra una encuesta reciente de la Segob, solo 4% de la población confía en los partidos y sólo el 10% piensa que los legisladores legislan en favor de sus representados. La población mira a los partidos y ve ahí una historia de priización, de complicidades, de organizaciones que ofrecieron enarbolar algo distinto para después actuar igual. Ve a partidos con algunas diferencias en cuanto a lo que ofrecen, pero con demasiadas similitudes en cuanto a cómo se comportan. Ve pluralismo en la oferta política, pero mimetismo en el desempeño gubernamental. Ve a partidos corruptos; partidos que se niegan a rendir cuentas; partidos que se rehusan a reducir gastos; partidos que hacen promesas para después ignorarlas; partidos que en lugar de combatir la impunidad, perpetuan las peores prácticas; partidos cerca del botín que se reparten y lejos de la ciudadanía; cerca de los privilegios que quieren preservar y lejos de los incentivos para sacrificarlos.
Hoy por hoy, la clase política no tiene un solo incentivo para remodelar un sistema que tanto la beneficia. Quizás los candidatos ahora en época electoral prometerán hacerlo después de que votes por ellos y lleguen al poder. Pero una vez ahí, pueden ignorarnos sin costo. No hay reelección, pero si hay trampolín: saltan de la cámara de diputados al senado, de ahí a una presidencia municipal y de ahí de vuelta al congreso. Una y otra vez sin haber rendido cuentas jamás. Sin haber regresado a explicar lo que hicieron y por qué. Sin haber sido sometidos al escrutinio de electores con la capacidad de sancionar o premiar, por qué si podemos llevar a alguien al poder con nuestro voto en esta elección; pero no podemos castigarlos si lo ejerce en nuestra contra.
Los políticos saben que han erigido un muro infranqueable en torno a su Alcázar. Tienen una situación inusual y privilegiada que no quieren perder. Algo está mal, algo no funciona, algo necesita cambiar y con urgencia. Porque cuando José Woldenberg sugiere votar por el menos malo, me parece un consejo que coloca a la vara de medición al raz del suelo. Que obliga a México a seguir conformándose con poco y aspirando a menos. Siento que si voto por cualquier partido en éstas condiciones, con éste sistema. Contribuiré a avalar a un sistema que debe ser cambiado desde afuera ya que nadie lo va a hacer desde adentro.
Siento que si tacho la boleta a favor de cualquier persona, en éstas condiciones acabaré legitimando a un sistema que actúa cotidianamente al margen de la ciudadanía. Siento si voto incluso por una persona con grandes atributos, en éstas condiciones acabaré premiando a partidos que obstaculizan la profundización democrática en lugar de fomentarla.
Y por ello tendremos que pensar en acciones que contribuyan a sacudir, a presionar, a protestar, a rechazar, a manifestar la inconformidad, a reconfigurar una democracia altamente disfuncional. Por ello habrá que proponer medidas para un voto por un candidato inexistente que combatan la inercia y generen incentivos para mejorar la representación. Porque el voto sin adjetivos ya ha demostrado ser insuficiente. La competencia entre partidos, ha demostrado ser insuficiente. La alternancia entre una opción ideológica u otra, ha demostrado ser insuficiente.
El problema no son las personas o los partidos en sí, es un sistema político que no asume la representación como punto de partida, como cimiento fundacional. El problema es la inexistencia de mecanismos democráticos como la reelección, las candidaturas ciudadanas, la revocación de mandato, el plesbicito, las acciones colectivas, entre tantas más.
El problema es que los partidos insisten en que nos representan adecuadamente cuando no es así. No podemos seguir fingiendo, ha llegado el momento de reconocer lo que no funciona y componerlo. Porque como ha escrito Jose Antonio Crespo: Votar por el partido menos malo, equivale a comprar la fruta menos podrida, en lugar de presionar al vendedor a que de ahora en adelante venda fruta fresca. Equivale a decir que México no puede aspirar más.
Por eso voy a anular mi voto y votar por esperanza marchita. Anular es votar, anular es participar, anular es aspirar a más.