02-27-2010, 11:22 PM
El sismo, de 8,8 grados en la escala de Richter, causa al menos 147 muertos - Los temblores provocaron alertas de 'tsunami' en todo el océano Pacífico
El sueño de los chilenos fue interrumpido abruptamente a las tres y media de la madrugada de ayer -siete y media, hora peninsular española- por un terremoto de 8,8 grados de intensidad en la escala de Richter. El seísmo, el más fuerte en 50 años en Chile, hizo temblar con violencia la zona central y sur del país y provocó al menos 147 muertos y cientos de heridos de distinta consideración, aparte de derrumbes de edificios, carreteras y puentes.
Aunque el epicentro se registró cerca de la ciudad de Concepción, el temblor se sintió en todo el país, desde Antofagasta hasta Puerto Montt, y tanto la energía eléctrica como las comunicaciones quedaron interrumpidas en casi todas las ciudades próximas, incluyendo la capital, Santiago.
El terremoto disparó la alerta de tsunami en todo el océano Pacífico. La primera isla en sentirlo fue la de Robinson Crusoe, a casi 700 kilómetros del epicentro, donde se informó de al menos tres muertos y 13 desaparecidos.
Acompañado por un ruido ronco y profundo, el terremoto tuvo una duración superior a dos minutos y su epicentro se situó 63 kilómetros al suroeste de Cauquenes, unos 325 kilómetros al sur de Santiago.
El seísmo se sintió con diferente intensidad en la mayor parte de Chile, entre Antofagasta y Concepción; en localidades de Argentina por el oeste, y sus efectos llegaron hasta el océano Pacífico. Fue enormemente más intenso que el terremoto que asoló Haití en enero pasado, y en la historia sísmica de este país es el tercero más intenso, según los sismólogos.
En la oscuridad hubo escenas de pánico durante el terremoto. Por encima del sexto piso en los edificios en Santiago era muy difícil mantenerse en pie. Al ruido del seísmo se añadió el agudísimo sonido de las alarmas de coches y casas, activadas por el movimiento ondulante del suelo, y los gritos y llantos de las personas.
El Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet decretó zona catastrófica las regiones de Valparaíso y de la Araucanía, incluyendo a Santiago; suspendió los actos masivos, conciertos y partidos de fútbol, y postergó el inicio de las clases en marzo. Tras reunirse de emergencia con los ministros y enviar un mensaje llamando a la tranquilidad de la población, Bachelet partió hacia las áreas más afectadas en la zona sur. Según contó, los mayores daños ocurrieron en viviendas antiguas, construidas con adobe.
La mayor parte de las víctimas se concentró en las regiones del Maule y de Concepción. En esta última ciudad, un edificio residencial nuevo, de 15 pisos de altura, cercano a la ribera del río Bío Bío, se desplomó y quedó reducido a una altura de cuatro plantas. Una persona que vivía en el octavo piso quedó en el subterráneo y sobrevivió. "Fue tremendo. De repente vi un poco de luz y salí", contó en televisión.
La red vertebral de carreteras del país quedó hecha trizas. Las infraestructuras nuevas no resistieron. La carretera Panamericana, que une Chile a lo largo, quedó interrumpida en más de cinco puntos, incluyendo puentes cortados y socavones en el camino. El aeropuerto de Santiago sufrió daños y se suspendieron todos los vuelos internacionales que arribaban, desviados a Mendoza (Argentina), y los nacionales. Las autoridades creen que permanecerá cerrado hoy y, no se descarta, también mañana.
Decenas de miles de personas que disfrutaban sus últimos días de vacaciones de verano cargaron rápidamente sus vehículos en la madrugada para iniciar el regreso anticipado desde balnearios y la zona sur del país, contribuyendo al atasco de las carreteras.
En Santiago, el metro no funcionó y los autobuses de transporte urbano lo hacían a medias. La red de carreteras de la capital sufrió daños y en la zona norte de la ciudad cayeron tramos completos de la vía en la autopista Vespucio Norte y pasos para peatones en la ruta Panamericana, aplastando coches, sin que se registraran víctimas fatales. El Gobierno recomendó a la población no salir de sus domicilios, salvo que fuera muy necesario.
En Concepción, donde hubo más muertos, cayó un puente sobre el Bío Bío, el río más ancho del país. La Facultad de Química de la universidad de esta ciudad fue arrasada por un incendio. En zonas periféricas de Santiago y Concepción hubo saqueos en farmacias y supermercados, según informaciones periodísticas.
"Me agarré de una puerta como pude y el terremoto me bamboleaba de un lado a otro, mientras mi gata, que la tenía en brazos, me rasguñaba hasta que se soltó y corrió desesperada dentro del apartamento", contó Beatriz, una arquitecta que vive en un edificio en la capital, donde el seísmo alcanzó el grado 8.
En numerosos edificios no quedó ni una ventana de cristal en pie. La gente salió apresuradamente a la calle en casi todas las ciudades y allí permaneció. En la madrugada había más gente en las aceras que en pleno día. Sin semáforos, el tránsito se volvió caótico. Como no había teléfonos funcionando, ni fijos ni móviles, para saber cómo estaban los parientes o amigos, era necesario partir en coche hasta sus viviendas. Los peajes dejaban pasar de forma gratuita a los vehículos. A las 4.30, hora local, la capital tenía tanto tránsito de automóviles como en cualquier fin de semana a las cuatro de la tarde.
En las barriadas periféricas, las personas encendieron fogatas con maderas para iluminar la zona y calentarse, mientras pernoctaron esperando que pasaran las réplicas y volviera la energía eléctrica. Al mediodía, un tercio de la población de Santiago aún no contaba con electricidad. En algunas partes, las personas calificaban el terremoto como "mentiroso", porque desde el exterior no se advertían los destrozos internos en las viviendas.
Hasta el cierre de esta edición se habían registrado 25 réplicas con intensidad superior a 5 grados Richter, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. En el océano Pacífico el sismo generó marejadas con grandes olas, que azotaron varias ciudades costeras.
En la isla Robinson Crusoe, del archipiélago Juan Fernández, a 667 kilómetros del continente, donde no se sintió el sismo, el océano subió en forma de ondas sucesivas que se llevaron por delante las viviendas. Muchos lograron huir hacia el interior de la isla. Sin embargo, ayer se informó de al menos tres muertos y 13 desaparecidos en la isla. La Marina chilena alertó a la población para que también desalojara el área ribereña de Isla de Pascua, situada a 3.762 kilómetros de Chile continental.
En la playa Changa de Coquimbo, al norte de Santiago, el mar penetró más de 80 metros, arrastrando instalaciones de un circo, y en Dichato, al sur de la capital, se llevó vehículos y viviendas, según contaban los afectados. En Talcahuano, el mar penetró con lentitud hasta 20 manzanas hacia el interior de la urbe. Una ola cubrió la zona del balneario de Iloca. "Prácticamente Iloca desapareció", dijo Víctor Roa, un vecino del lugar, quien contaba que las personas huyeron a los cerros, donde sus parientes estaban rezando.
El sueño de los chilenos fue interrumpido abruptamente a las tres y media de la madrugada de ayer -siete y media, hora peninsular española- por un terremoto de 8,8 grados de intensidad en la escala de Richter. El seísmo, el más fuerte en 50 años en Chile, hizo temblar con violencia la zona central y sur del país y provocó al menos 147 muertos y cientos de heridos de distinta consideración, aparte de derrumbes de edificios, carreteras y puentes.
Aunque el epicentro se registró cerca de la ciudad de Concepción, el temblor se sintió en todo el país, desde Antofagasta hasta Puerto Montt, y tanto la energía eléctrica como las comunicaciones quedaron interrumpidas en casi todas las ciudades próximas, incluyendo la capital, Santiago.
El terremoto disparó la alerta de tsunami en todo el océano Pacífico. La primera isla en sentirlo fue la de Robinson Crusoe, a casi 700 kilómetros del epicentro, donde se informó de al menos tres muertos y 13 desaparecidos.
Acompañado por un ruido ronco y profundo, el terremoto tuvo una duración superior a dos minutos y su epicentro se situó 63 kilómetros al suroeste de Cauquenes, unos 325 kilómetros al sur de Santiago.
El seísmo se sintió con diferente intensidad en la mayor parte de Chile, entre Antofagasta y Concepción; en localidades de Argentina por el oeste, y sus efectos llegaron hasta el océano Pacífico. Fue enormemente más intenso que el terremoto que asoló Haití en enero pasado, y en la historia sísmica de este país es el tercero más intenso, según los sismólogos.
En la oscuridad hubo escenas de pánico durante el terremoto. Por encima del sexto piso en los edificios en Santiago era muy difícil mantenerse en pie. Al ruido del seísmo se añadió el agudísimo sonido de las alarmas de coches y casas, activadas por el movimiento ondulante del suelo, y los gritos y llantos de las personas.
El Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet decretó zona catastrófica las regiones de Valparaíso y de la Araucanía, incluyendo a Santiago; suspendió los actos masivos, conciertos y partidos de fútbol, y postergó el inicio de las clases en marzo. Tras reunirse de emergencia con los ministros y enviar un mensaje llamando a la tranquilidad de la población, Bachelet partió hacia las áreas más afectadas en la zona sur. Según contó, los mayores daños ocurrieron en viviendas antiguas, construidas con adobe.
La mayor parte de las víctimas se concentró en las regiones del Maule y de Concepción. En esta última ciudad, un edificio residencial nuevo, de 15 pisos de altura, cercano a la ribera del río Bío Bío, se desplomó y quedó reducido a una altura de cuatro plantas. Una persona que vivía en el octavo piso quedó en el subterráneo y sobrevivió. "Fue tremendo. De repente vi un poco de luz y salí", contó en televisión.
La red vertebral de carreteras del país quedó hecha trizas. Las infraestructuras nuevas no resistieron. La carretera Panamericana, que une Chile a lo largo, quedó interrumpida en más de cinco puntos, incluyendo puentes cortados y socavones en el camino. El aeropuerto de Santiago sufrió daños y se suspendieron todos los vuelos internacionales que arribaban, desviados a Mendoza (Argentina), y los nacionales. Las autoridades creen que permanecerá cerrado hoy y, no se descarta, también mañana.
Decenas de miles de personas que disfrutaban sus últimos días de vacaciones de verano cargaron rápidamente sus vehículos en la madrugada para iniciar el regreso anticipado desde balnearios y la zona sur del país, contribuyendo al atasco de las carreteras.
En Santiago, el metro no funcionó y los autobuses de transporte urbano lo hacían a medias. La red de carreteras de la capital sufrió daños y en la zona norte de la ciudad cayeron tramos completos de la vía en la autopista Vespucio Norte y pasos para peatones en la ruta Panamericana, aplastando coches, sin que se registraran víctimas fatales. El Gobierno recomendó a la población no salir de sus domicilios, salvo que fuera muy necesario.
En Concepción, donde hubo más muertos, cayó un puente sobre el Bío Bío, el río más ancho del país. La Facultad de Química de la universidad de esta ciudad fue arrasada por un incendio. En zonas periféricas de Santiago y Concepción hubo saqueos en farmacias y supermercados, según informaciones periodísticas.
"Me agarré de una puerta como pude y el terremoto me bamboleaba de un lado a otro, mientras mi gata, que la tenía en brazos, me rasguñaba hasta que se soltó y corrió desesperada dentro del apartamento", contó Beatriz, una arquitecta que vive en un edificio en la capital, donde el seísmo alcanzó el grado 8.
En numerosos edificios no quedó ni una ventana de cristal en pie. La gente salió apresuradamente a la calle en casi todas las ciudades y allí permaneció. En la madrugada había más gente en las aceras que en pleno día. Sin semáforos, el tránsito se volvió caótico. Como no había teléfonos funcionando, ni fijos ni móviles, para saber cómo estaban los parientes o amigos, era necesario partir en coche hasta sus viviendas. Los peajes dejaban pasar de forma gratuita a los vehículos. A las 4.30, hora local, la capital tenía tanto tránsito de automóviles como en cualquier fin de semana a las cuatro de la tarde.
En las barriadas periféricas, las personas encendieron fogatas con maderas para iluminar la zona y calentarse, mientras pernoctaron esperando que pasaran las réplicas y volviera la energía eléctrica. Al mediodía, un tercio de la población de Santiago aún no contaba con electricidad. En algunas partes, las personas calificaban el terremoto como "mentiroso", porque desde el exterior no se advertían los destrozos internos en las viviendas.
Hasta el cierre de esta edición se habían registrado 25 réplicas con intensidad superior a 5 grados Richter, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. En el océano Pacífico el sismo generó marejadas con grandes olas, que azotaron varias ciudades costeras.
En la isla Robinson Crusoe, del archipiélago Juan Fernández, a 667 kilómetros del continente, donde no se sintió el sismo, el océano subió en forma de ondas sucesivas que se llevaron por delante las viviendas. Muchos lograron huir hacia el interior de la isla. Sin embargo, ayer se informó de al menos tres muertos y 13 desaparecidos en la isla. La Marina chilena alertó a la población para que también desalojara el área ribereña de Isla de Pascua, situada a 3.762 kilómetros de Chile continental.
En la playa Changa de Coquimbo, al norte de Santiago, el mar penetró más de 80 metros, arrastrando instalaciones de un circo, y en Dichato, al sur de la capital, se llevó vehículos y viviendas, según contaban los afectados. En Talcahuano, el mar penetró con lentitud hasta 20 manzanas hacia el interior de la urbe. Una ola cubrió la zona del balneario de Iloca. "Prácticamente Iloca desapareció", dijo Víctor Roa, un vecino del lugar, quien contaba que las personas huyeron a los cerros, donde sus parientes estaban rezando.
Saludos
Rodo
Naucalpan,Estado de Mexico
Rodo
Naucalpan,Estado de Mexico