03-27-2006, 02:34 AM
Un niño de trece años se encontraba en su casa en California, con la mirada fija en la pantalla de su computadora. Nunca fue de los muchachos populares de la escuela y desde hacía mucho tiempo había recurrido a Internet en busca de los amigos que anhelaba tener. Ese día, la fascinación de Justin Berry por el ciberespacio iba a cambiar su vida.
Semanas antes, Justin había conectado una cámara a su computadora, con la esperanza de usarla para conocer a otros adolescentes en Internet. Pero sólo obtuvo respuesta de hombres que conversaban con él por medio de mensajes instantáneos mientras miraban su imagen en Internet.
Una tarde del año 2000, Justin recibió una propuesta: alguien le pagaría 50 dólares si se sentaba sin camisa frente a su cámara durante tres minutos. El hombre le explicó a Justin que podría recibir el dinero de manera instantánea y lo ayudó a abrir una cuenta en PayPal.com, un sistema de pagos en Internet.
“Pensé, me quito la camisa en la piscina, así que, ¿cuál es la diferencia?”.
Justin se quitó la camiseta. Los hombres que lo miraban lo llenaron de halagos. Así comenzó la vida secreta de un adolescente que fue atraído a vender imágenes de su cuerpo en Internet durante cinco años.
Desde la seducción que inició ese día, este estudiante que estaba en el cuadro de honor de su escuela y que jugaba fútbol fue incentivado a actuar frente a la cámara: a desvestirse, bañarse, masturbarse e inclusive tener relaciones sexuales, para un público de más de 1.500 personas que le pagaron cientos de miles de dólares.
Justin vivía con su madre, Karen Page, quien comentó que no percibió nada fuera de lo normal. Su hijo parecía ser sólo un joven que tenía talento para las computadoras. Cada vez que ella le preguntaba sobre su nueva tecnología y dinero, Justin le decía que eran fruto de su negocio de construcción de websites. En cierta manera era verdad: con la ayuda de un admirador había abierto su propio sitio pornográfico en la red, llamado justinscam.com.
La sombría historia de cómo Justin despertó al mundo adulto es un efecto colateral de los recientes avances tecnológicos. Los menores, con frecuencia bajo la tutela en Internet de adultos, abren sitios pornográficos pagados donde presentan sus propias imágenes enviadas a Internet a través de económicas cámaras. Y actúan en la privacidad de su casa, mientras sus padres están cerca.
El negocio ha creado a jóvenes estrellas pornográficas de Internet cuyas imágenes son comercializadas en Internet mucho después de que sus sitios han desaparecido. En este mundo, los adolescentes anuncian los horarios para su siguiente masturbación para los clientes que pagan cuotas por la actuación o suscripciones mensuales.
Una investigación de seis meses realizada por el periódico The New York Times a este lado oscuro de Internet encontró que dichos sitios habían surgido en gran parte sin captar la atención de organizaciones de justicia o de protección de menores. Mientras que expertos de este tipo de grupos dijeron que habían sido testigos de una reciente avalancha de imágenes ilícitas y auto-generadas por medio de cámaras, desconocían la evolución de sitios en los que los menores vendieran imágenes suyas por dinero.
“Hemos estado conscientes del uso de la cámara y de su potencial uso por parte de explotadores”, dijo Ernest E. Allen, director general del Centro Nacional de Niños Perdidos y Explotados, un grupo privado. “Sin embargo, ésta es una variación de un tema que no hemos visto antes”.
En este universo virtual, los adultos buscan a menores en sitios legítimos utilizados por dueños de cámaras. Si los niños responden a los mensajes, los adultos dedican tiempo a “prepararlos”, con elogios, atención y regalos, antes de tratar de convencerlos de que se muestren de manera pornográfica.
El atractivo es la posibilidad de obtener dinero fácil. Muchos adolescentes solicitan “donaciones”, piden regalos a través de sitios como Amazon.com o negocian pagos, mientras que otros cobran cuotas mensuales.
No obstante, hay otros beneficiados, entre ellos los negocios que ofrecen servicios a los sitios como web-hosting (colocación y mantención de un sitio en un servidor) y procesamiento de pagos.
Se desconoce la magnitud de la pornografía infantil por medio de cámaras, ya que es nueva y extremadamente secreta. Un portal en Internet que anuncia sitios de cámara pagados, muchos de los cuales son pornográficos, enumera al menos 585 sitios de adolescentes, de acuerdo con registros internos del sitio.
La investigación del Times ya resultó en una investigación criminal a gran escala. En junio, el Times localizó a Justin Berry, entonces de 18 años. En entrevistas, Justin reveló la existencia de más de 1.500 hombres que pagaban por sus imágenes en Internet, así como evidencia de que otros niños identificables de trece años eran explotados de manera activa.
El Times convenció a Justin de que abandonara su negocio y, para proteger a otros niños, lo ayudó a contactar al Departamento de Justicia. Ya han comenzado a realizar arrestos y acusaciones de adultos que Justin identificó como productores y traficantes de pornografía.
Los investigadores también se centran en los negocios, entre ellos procesadores de tarjetas de crédito, que han ayudado a la creación de sitios ilegales. Cualquier persona que haya creado, distribuido, comercializado, poseído o pagado por ver dicha pornografía está expuesto a una acusación criminal.
Semanas antes, Justin había conectado una cámara a su computadora, con la esperanza de usarla para conocer a otros adolescentes en Internet. Pero sólo obtuvo respuesta de hombres que conversaban con él por medio de mensajes instantáneos mientras miraban su imagen en Internet.
Una tarde del año 2000, Justin recibió una propuesta: alguien le pagaría 50 dólares si se sentaba sin camisa frente a su cámara durante tres minutos. El hombre le explicó a Justin que podría recibir el dinero de manera instantánea y lo ayudó a abrir una cuenta en PayPal.com, un sistema de pagos en Internet.
“Pensé, me quito la camisa en la piscina, así que, ¿cuál es la diferencia?”.
Justin se quitó la camiseta. Los hombres que lo miraban lo llenaron de halagos. Así comenzó la vida secreta de un adolescente que fue atraído a vender imágenes de su cuerpo en Internet durante cinco años.
Desde la seducción que inició ese día, este estudiante que estaba en el cuadro de honor de su escuela y que jugaba fútbol fue incentivado a actuar frente a la cámara: a desvestirse, bañarse, masturbarse e inclusive tener relaciones sexuales, para un público de más de 1.500 personas que le pagaron cientos de miles de dólares.
Justin vivía con su madre, Karen Page, quien comentó que no percibió nada fuera de lo normal. Su hijo parecía ser sólo un joven que tenía talento para las computadoras. Cada vez que ella le preguntaba sobre su nueva tecnología y dinero, Justin le decía que eran fruto de su negocio de construcción de websites. En cierta manera era verdad: con la ayuda de un admirador había abierto su propio sitio pornográfico en la red, llamado justinscam.com.
La sombría historia de cómo Justin despertó al mundo adulto es un efecto colateral de los recientes avances tecnológicos. Los menores, con frecuencia bajo la tutela en Internet de adultos, abren sitios pornográficos pagados donde presentan sus propias imágenes enviadas a Internet a través de económicas cámaras. Y actúan en la privacidad de su casa, mientras sus padres están cerca.
El negocio ha creado a jóvenes estrellas pornográficas de Internet cuyas imágenes son comercializadas en Internet mucho después de que sus sitios han desaparecido. En este mundo, los adolescentes anuncian los horarios para su siguiente masturbación para los clientes que pagan cuotas por la actuación o suscripciones mensuales.
Una investigación de seis meses realizada por el periódico The New York Times a este lado oscuro de Internet encontró que dichos sitios habían surgido en gran parte sin captar la atención de organizaciones de justicia o de protección de menores. Mientras que expertos de este tipo de grupos dijeron que habían sido testigos de una reciente avalancha de imágenes ilícitas y auto-generadas por medio de cámaras, desconocían la evolución de sitios en los que los menores vendieran imágenes suyas por dinero.
“Hemos estado conscientes del uso de la cámara y de su potencial uso por parte de explotadores”, dijo Ernest E. Allen, director general del Centro Nacional de Niños Perdidos y Explotados, un grupo privado. “Sin embargo, ésta es una variación de un tema que no hemos visto antes”.
En este universo virtual, los adultos buscan a menores en sitios legítimos utilizados por dueños de cámaras. Si los niños responden a los mensajes, los adultos dedican tiempo a “prepararlos”, con elogios, atención y regalos, antes de tratar de convencerlos de que se muestren de manera pornográfica.
El atractivo es la posibilidad de obtener dinero fácil. Muchos adolescentes solicitan “donaciones”, piden regalos a través de sitios como Amazon.com o negocian pagos, mientras que otros cobran cuotas mensuales.
No obstante, hay otros beneficiados, entre ellos los negocios que ofrecen servicios a los sitios como web-hosting (colocación y mantención de un sitio en un servidor) y procesamiento de pagos.
Se desconoce la magnitud de la pornografía infantil por medio de cámaras, ya que es nueva y extremadamente secreta. Un portal en Internet que anuncia sitios de cámara pagados, muchos de los cuales son pornográficos, enumera al menos 585 sitios de adolescentes, de acuerdo con registros internos del sitio.
La investigación del Times ya resultó en una investigación criminal a gran escala. En junio, el Times localizó a Justin Berry, entonces de 18 años. En entrevistas, Justin reveló la existencia de más de 1.500 hombres que pagaban por sus imágenes en Internet, así como evidencia de que otros niños identificables de trece años eran explotados de manera activa.
El Times convenció a Justin de que abandonara su negocio y, para proteger a otros niños, lo ayudó a contactar al Departamento de Justicia. Ya han comenzado a realizar arrestos y acusaciones de adultos que Justin identificó como productores y traficantes de pornografía.
Los investigadores también se centran en los negocios, entre ellos procesadores de tarjetas de crédito, que han ayudado a la creación de sitios ilegales. Cualquier persona que haya creado, distribuido, comercializado, poseído o pagado por ver dicha pornografía está expuesto a una acusación criminal.
Tengo Ganas de ti, de tu aroma y de tu ser,
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.
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