07-17-2006, 10:40 AM
LUIS escribió:Yo opino que tambien se ponga la "BIOGRAFIA NO AUTORIZADA DE ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR" para poder definir cual de los dos es peor, que ese es el verdadero punto a tratar y verdadero meollo de todo este asunto.
Estoy de acuerdo, Luis. La biografía no autorizada de AMLO no la he encontrado pero pego esta crítica que me parece muy acertada:
"Itinerario Político
Ricardo Alemán
07 de marzo de 2006
AMLO: farsa al desnudo
NO es una novedad que un día sí y otro también, militantes del PRI sorprendan con la renuncia a ese partido. Tampoco es nuevo que priístas con nefastos antecedentes laven su pasado y su historias con sólo convertirse en militantes del PRD, de la izquierda institucional que tiene en Andrés Manuel López Obrador su "oportunidad histórica" de acceder al poder.
Lo que sí es una sorpresa es que reconocidos personajes de la vieja izquierda mexicana se desvinculen no de su ideología, de sus principios y quehacer políticos, sino de esa farsa izquierdista en que se ha convertido la candidatura presidencial de AMLO. Desde hace por lo menos una década Marco Rascón "pintó su raya" de esa simulación de izquierda. Siempre inquieto, pero también congruente, Rascón fue tildado de "loquito" por alzar la voz contra las desviaciones ideológicas, programáticas y prácticas del PRD.
Luego los enamorados de Andrés Manuel se quedaron "sin piso" cuando el jefe zapatista Marcos hizo distancia de AMLO, a quien acusó no sólo de mentiroso, incongruente y populista, sino de ser más priísta que los priístas, de no representar otra cosa que la vuelta del viejo PRI, pero con un disfraz de izquierdista.
No faltaron aquellos y aquellas que ante el deslinde de la candidatura de López Obrador llamaron a Marcos resentido, fracasado, nostálgico y hasta viejito. Bueno, sin contar con el calificactivo de "panzón".
Hasta entonces muchos de los luchadores sociales de la vieja izquierda mexicana trataban de justificar, en medio de verdaderas torturas mentales, el asalto que lo peor del PRI había hecho del PRD. Recurrían a Maquiavelo: "El fin justifica los medios", tragaban sapos y serpientes, clausuraban la memoria y tapiaban los principios; olvidaban la historia. Y todo porque se había hecho el milagro: ¡Por fin¡ la vieja izquierda alcanzaría el poder. La desmemoria, el olvido de los principios y la historia, los muertos, bien valían la pena por acceder al poder. Total, decían y dicen, "ya en el poder habrá tiempo para ponerle contrapesos a Andrés Manuel, habrá tiempo para revisar y corregir los principios y la doctrina de izquierda".
Pero no todos comparten el olvido. No todos están dispuestos a lanzar al baúl del olvido las luchas de esa izquierda, la memoria de los muertos, los principios y la doctrina. Y en congruencia siguen apareciendo aquellos cuya conciencia reacciona frente al engaño y deciden de manera pública denunciar lo que muchos saben, lo que muchos entienden, lo que a muchos quita el sueño, pero que muy pocos se atreven a denunciar, sea por miedo a perder chamba y la posibilidad de acceder al poder, sea porque sus convicciones no fueron más que escenografía.
Así, el pasado viernes, en un artículo publicado en La Jornada, el ensayista, escritor, periodista e intelectual de izquierda, Adolfo Gilly, escribió: "Por razones éticas, sin las cuales no existe izquierda alguna; por motivos morales, si se prefiere así, no votaré por Andrés Manuel López Obrador ni por ninguno de sus candidatos: seguro, segurísimo. Dicho en pocas palabras, no les creo ni una sola palabra. Quien olvida a sus muertos y se junta feliz con quienes los mataron no merece confianza ni perdón. Basta ya, pues. Demasiado, es demasiado".
Conclusión contundente la de Adolfo Gilly, uno de los más respetados hombres de la izquierda mexicana y latinoamericana, de los estudiosos de esa izquierda, fundador del PRD y ex colaborador de AMLO. Pero sobre todo intelectual congruente que no se queda en el íntimo deslinde sino que explica y hace públicas las razones de su decisión. Por eso Gilly recuerda que en 1988 el gobierno de Miguel de la Madrid operó un golpe de Estado al imponer como presidente a Carlos Salinas.
En ese golpe de Estado participaron de manera directa Manuel Bartlett, Manuel Camacho y Socorro Díaz. Por ello Gilly reclama que sería bueno que ahora que Camacho y Díaz forman parte "destacadísima" de la candidatura de AMLO, "nos contaran con sinceridad cómo estuvo la cosa en esos días cruciales... Pido sinceridad. No pido mucho. Pero, en verdad, tampoco espero mucho". Luego Gilly recuerda a los muchos muertos en los gobiernos de Salinas y Zedillo, durante la larga construcción del PRD.
Gilly recuerda a Francisco Javier Ovando y a Ramón Gil, a Ernesto del Arco, José Luis García, Jorge Andrés Vargas y Jesús Ramos. Y pregunta: ¿Quién ordenó esos crímenes? En el salinato fueron asesinados por motivos políticos 305 perredistas. Hasta octubre de 1997 habían sido asesinados 263 perredistas más. En total, 568 muertos en la construcción del PRD.
Luego dice que con la candidatura de Marcelo Ebrard a jefe de Gobierno por el PRD -quien fuera secretario de Gobierno de Manuel Camacho, precisamente en los años de los crímenes de perredistas-, "el PRD se dispone a devolver a ese PRI el gobierno de la ciudad de México, que se le arrebató en 1997 como resultado de duras y largas luchas de la oposición... Como lo vienen diciendo tantos desde todos los ángulos, el que ahora reaparece en los usos y costumbres internos y externos del PRD de estos tiempos es el PRI de siempre, con su corporativismo, su clientelismo, sus acarreos, sus elecciones internas con reparto de despensas, compra de votos y compromisos de clientela. Reaparece también con la multiplicación de políticos y caciques apenas salidos del PRI en las candidaturas del PRD en todo el país".
El PRD, añade, no tiene militantes, ni vida interna, ni discusiones de ideas o programas. Es exclusivamente un partido electoral y parlamentario, pero no organiza a los ciudadanos. Más aún, Gilly dice que el programa de políticas públicas de AMLO es una variedad del neoliberalismo social, es un programa desarrollista "que reconoce sus raíces en el echeverrismo de los años 70". Pero nada tiene que ver con los tiempos del ex presidente Lázaro Cárdenas del Río.
Por eso Gilly recuerda el discurso de López Obrador del 24 de febrero pasado, en donde hizo un reconocimiento a los perredistas muertos por la democracia: "Por eso tengo un profundo respeto por Michoacán y por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas", dijo entonces AMLO. Y por eso Gilly le responde: "Sí, ya lo sé. Pero los cómplices, los encubridores, los altos funcionarios de los gobiernos y del régimen del PRI que entonces los hizo matar o solapó sus muertes, están ahora en el grupo compacto en torno a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Y esos muertos, matados igual que los muertos mineros, claman al cielo y nos reclaman a los vivos".
Al final Gilly recuerda que el gobernador Lázaro Cárdenas Batel, nieto del ex presidente e hijo del ex candidato presidencial, dijo en esa ocasión: "seguro, segurísimo votaré por López Obrador".
Y por eso, ante tamaña incongruencia histórica, y porque "quien olvida a sus muertos y se junta feliz con quienes los mataron, no merece confianza ni perdón", Gilly dice de manera pública que no votará por Andrés Manuel López Obrador porque "no les creo ni una sola palabra". Las razones son éticas y morales, porque sin ética y sin moral no existe izquierda alguna.
Una lección fundamental la de Adolfo Gilly, lección que achica, que coloca en su tamaño real a los pequeños políticos, activistas e intelectuales de una izquierda sin memoria. Al tiempo."
Yo aún no puedo distinguir cuál de los candidatos es peor.