09-11-2005, 01:25 AM
Durante siglos se ha hablado de que ciertas prácticas son inaceptables dentro de una sexualidad sana, pero se ha juzgado en comparación con lo que la mayoría de la sociedad hace. Sin embargo, cabe preguntarse, qué se puede o debe hacer en materia sexual. ¿Son tan cuestionables la masturbación, el sexo oral al igual que la zoofilia y la pedofilia? Lee a continuación y saca tus propias conclusiones.
¿Alguna vez estuviste con una pareja que te pidiera algo –sexualmente hablando- que te dejara helada de la sorpresa? ¿Has hecho algo que no quisieras que nadie supiera por temor a ser juzgada? ¿Tienes fantasías inaceptables para la sociedad?
Ten la tranquilidad que al menos no eres la única, pues éste es un tema que se ha mantenido bajo cuerdas durante años y que aún no se logra dilucidar en su totalidad. Imagínate que hasta hace un tiempo, se tildaba de anormal todo aquello que no se hiciera en pareja, es decir, si eras infiel, eras anormal.
Lo mismo pasaba con toda práctica que no tuviera como único fin la fecundación, por lo mismo, el sexo oral, anal o la masturbación también eran nombrados como anormales.
Y para qué decir de la homosexualidad, que si bien ha sido más aceptada con los años, algunos la siguen catalogando de inadmisible. Ahora bien, cuando se hablaba de perversiones sexuales, el tema ya no era considerado normal, sino que pasaba al grupo de los patológicos, como lo suelen clasificar los especialistas.
¿Pero qué se considera como normal?
Todo aquello que ocurra con el consentimiento de ambas partes, que satisfaga a las dos personas y las haga felices. Es decir, si por ejemplo el swinging le hace bien a un matrimonio, entonces puede ser considerado normal.
Sin embargo, si una práctica sexual es realizada a la fuerza, provocando daño o abusando de otros, ya no es normal, sino enjuiciable.
En este punto también entra a jugar el tema de los derechos humanos de cada individuo, por lo que todo lo que los afecte negativamente, debe ser tratado como patológica o parafilia. Entonces, es normal toda acción que ha sido consentida y no impuesta.
Cultura y sexualidad
En su artículo ¿Qué es lo normal en el sexo?, el sexólogo chileno Roberto Rosenzvaig dice: “Pero, ¿qué es lo natural?, ¿o qué leyes generales rigen en el terreno de la sexualidad? En ausencia de la cultura o la educación, la especie humana se vería condenada a la extinción, porque nada en nuestros genes indica cuándo, cómo y con quién copular”.
El experto agrega: “Las conductas sexuales son aprendidas y la naturaleza poco tiene que ver en dicho aprendizaje”. Esto es, nada de lo que hagamos puede ser denominado anormal en la medida que no sea visto dentro de todos los parámetros anteriormente nombrados, pues así como los animales, si el ser humano es trasladado de hábitat, lo más probable es que adquiera las costumbres del nuevo lugar en el que está inserto, aunque en su espacio de origen eso haya sido visto como pecaminoso o rechazable socialmente.
Por lo mismo, es importante precisar que una cosa es lo cuestionable según nuestro contexto actual y otra cosa es lo que podemos llamar anormal.
“En el campo de la sexualidad humana, todo lo que alguna vez quedó perfilado como natural ha dependido en realidad de ciertas concepciones religiosas o científicas acordes al período histórico en que ellas fueron formuladas. Cualquier definición de normalidad debería tener en cuenta distintos parámetros, entre los que se incluyen el estadístico (es decir, el que determina cuál es la conducta de la mayoría) en lo religioso, evolutivo, sicológico, cultural, antropológico, social, legal y moral”, concluye.
Sexo patológico
En este grupo caben todas aquellas prácticas que bordean la ilegalidad (o lo son en esencia), que abusan de otros y que incluso no le causan placer real a quien lo practica.
Es decir, habitualmente quienes lo desarrollan se sienten culpables después de hecho el acto y se prometen no volverlo a hacer nunca más, pero vuelven a caer en lo mismo, sabiendo que no corresponde. Por lo mismo, ocultan su fascinación, tienen algo así como una doble personalidad y lo más probable es que tengan alguna marca en la infancia que los haya impulsado a actuar de esa manera.
En el grupo del sexo patológico o parafilia podemos encontrar: Fetichismo (excitarse con objetos de la persona deseada); exhibicionismo (mostrar públicamente los genitales); frotteurismo (buscar la satisfacción frotando los genitales contra otras personas, como en la micro); sadismo( excitarse haciendo daño a otros); voyeurismo (excitarse viendo a otros tener sexo); masoquismo(buscar el placer en el dolor); paidofilia o pedofilia (sexo con menores); gerontofilia (sexo con ancianos); fetichismo transvestista (excitarse poniéndose ropa del otro sexo); necrofilia (tener sexo con cadáveres); zoofilia (sexo con animales); coprofilia (excitarse defecando sobre otros); y la escatología telefónica o informática (decir por teléfono o escribir obscenidades por internet), entre tantos otros.
Si bien algunas de las prácticas son cuestionables, dado que dañan a otros y, por lo tanto, caen en el marco de la ilegalidad, otras son anormales desde la perspectiva de lo extraño, pero no por eso son patológicas, sobre todo si en ellas no se ofende o afecta a otras personas.
Prácticas sexuales minoritarias
Actualmente, todas aquellas prácticas sexuales que no sean de común desarrollo en una sociedad, no son tildadas por los especialistas como anormales, sino que se reúnen bajo el rótulo de minoritarias, porque aunque son extrañas y para algunas personas incluso chocantes, son hechas con el consentimiento de ambas partes.
“Cuando alguien se pregunta, en virtud de todo ello, si una práctica es normal o no, deberá analizar previamente bajo qué cariz se plantea la definición de esa práctica y definir a la vez el medio social, el momento histórico particular, el país e incluso distintas zonas geográficas o subculturas de un mismo país donde esta práctica se realiza”, nos plantea Rosenzvaig.
El especialista agrega que teniendo lo anterior en cuenta, en materia de sexología “no existen respuestas terminantes o definitivas. Así de simple”.
En todo caso, para aquellos que se sienten preocupados acerca de qué tan normal es su conducta sexual, el experto sostiene: “A título provisorio valga para toda ella lo que mucha otra gente cree (y me incluyo entre ella): Que se puede hablar de sexualidad normal cuando la relación y el modo de relacionarse son libremente elegidos, sin mediar violencia ni forma alguna de sometimiento o daño físico o mental, y siempre que todas las conductas surgidas al fragor de la relación sean parte de un acuerdo de placer mutuo”.
Normalidad versus perversión
El doctor Enrique de Rosa, médico argentino neurólogo, siquiatra y sicoterapeuta, especialista en sexología, que ha trabajado en los mejores centros médicos del país trasandino, Inglaterra, Francia; conversó con Zona Mujer acerca de lo que podría considerarse o no como normal en el sexo, tocando el tema de las perversiones y de los trastornos sexuales, dentro de esta misma materia.
-¿Qué es lo normal y lo anormal en el sexo?
-En general, se considera como normal la conducta de goce del sexo que está dirigida a la misma especie, que acepta límites culturales de su marco antropológico y que no provoca en sí o en otros malestares o elementos dañinos o destructivos. Ejemplo: la adicción al sexo, vía al hecho de chatear por Internet, es aparentemente inofensiva, pero si el individuo comienza a dejar de lado el trato con sus pares o desplaza allí su sexualidad es destructivo, de sus reales posibilidades de desarrollo normal.
-¿La zoofilia, gerontofilia, paidofilia, etcétera pueden ser consideradas como prácticas anormales?
-No, son consideradas perversiones, al igual que la necrofilia, por ejemplo.
-¿Por qué hay gente que gusta de este tipo de prácticas? ¿Qué falencias tienen? ¿Qué buscan?
-En general el perverso, por definición busca el goce en un situación paralela a la normal (per vers), y buscan satisfacciones que de una manera u otra no pueden o creen no poder encontrar, en situaciones normales. Es del orden de los trastornos de la personalidad en muchos casos y no hay que olvidar al momento actual la gran influencia de la conducta imitativa sea de pares o de los medios en la búsqueda de emociones.
Por: Karen Uribarri Guzmán
¿Alguna vez estuviste con una pareja que te pidiera algo –sexualmente hablando- que te dejara helada de la sorpresa? ¿Has hecho algo que no quisieras que nadie supiera por temor a ser juzgada? ¿Tienes fantasías inaceptables para la sociedad?
Ten la tranquilidad que al menos no eres la única, pues éste es un tema que se ha mantenido bajo cuerdas durante años y que aún no se logra dilucidar en su totalidad. Imagínate que hasta hace un tiempo, se tildaba de anormal todo aquello que no se hiciera en pareja, es decir, si eras infiel, eras anormal.
Lo mismo pasaba con toda práctica que no tuviera como único fin la fecundación, por lo mismo, el sexo oral, anal o la masturbación también eran nombrados como anormales.
Y para qué decir de la homosexualidad, que si bien ha sido más aceptada con los años, algunos la siguen catalogando de inadmisible. Ahora bien, cuando se hablaba de perversiones sexuales, el tema ya no era considerado normal, sino que pasaba al grupo de los patológicos, como lo suelen clasificar los especialistas.
¿Pero qué se considera como normal?
Todo aquello que ocurra con el consentimiento de ambas partes, que satisfaga a las dos personas y las haga felices. Es decir, si por ejemplo el swinging le hace bien a un matrimonio, entonces puede ser considerado normal.
Sin embargo, si una práctica sexual es realizada a la fuerza, provocando daño o abusando de otros, ya no es normal, sino enjuiciable.
En este punto también entra a jugar el tema de los derechos humanos de cada individuo, por lo que todo lo que los afecte negativamente, debe ser tratado como patológica o parafilia. Entonces, es normal toda acción que ha sido consentida y no impuesta.
Cultura y sexualidad
En su artículo ¿Qué es lo normal en el sexo?, el sexólogo chileno Roberto Rosenzvaig dice: “Pero, ¿qué es lo natural?, ¿o qué leyes generales rigen en el terreno de la sexualidad? En ausencia de la cultura o la educación, la especie humana se vería condenada a la extinción, porque nada en nuestros genes indica cuándo, cómo y con quién copular”.
El experto agrega: “Las conductas sexuales son aprendidas y la naturaleza poco tiene que ver en dicho aprendizaje”. Esto es, nada de lo que hagamos puede ser denominado anormal en la medida que no sea visto dentro de todos los parámetros anteriormente nombrados, pues así como los animales, si el ser humano es trasladado de hábitat, lo más probable es que adquiera las costumbres del nuevo lugar en el que está inserto, aunque en su espacio de origen eso haya sido visto como pecaminoso o rechazable socialmente.
Por lo mismo, es importante precisar que una cosa es lo cuestionable según nuestro contexto actual y otra cosa es lo que podemos llamar anormal.
“En el campo de la sexualidad humana, todo lo que alguna vez quedó perfilado como natural ha dependido en realidad de ciertas concepciones religiosas o científicas acordes al período histórico en que ellas fueron formuladas. Cualquier definición de normalidad debería tener en cuenta distintos parámetros, entre los que se incluyen el estadístico (es decir, el que determina cuál es la conducta de la mayoría) en lo religioso, evolutivo, sicológico, cultural, antropológico, social, legal y moral”, concluye.
Sexo patológico
En este grupo caben todas aquellas prácticas que bordean la ilegalidad (o lo son en esencia), que abusan de otros y que incluso no le causan placer real a quien lo practica.
Es decir, habitualmente quienes lo desarrollan se sienten culpables después de hecho el acto y se prometen no volverlo a hacer nunca más, pero vuelven a caer en lo mismo, sabiendo que no corresponde. Por lo mismo, ocultan su fascinación, tienen algo así como una doble personalidad y lo más probable es que tengan alguna marca en la infancia que los haya impulsado a actuar de esa manera.
En el grupo del sexo patológico o parafilia podemos encontrar: Fetichismo (excitarse con objetos de la persona deseada); exhibicionismo (mostrar públicamente los genitales); frotteurismo (buscar la satisfacción frotando los genitales contra otras personas, como en la micro); sadismo( excitarse haciendo daño a otros); voyeurismo (excitarse viendo a otros tener sexo); masoquismo(buscar el placer en el dolor); paidofilia o pedofilia (sexo con menores); gerontofilia (sexo con ancianos); fetichismo transvestista (excitarse poniéndose ropa del otro sexo); necrofilia (tener sexo con cadáveres); zoofilia (sexo con animales); coprofilia (excitarse defecando sobre otros); y la escatología telefónica o informática (decir por teléfono o escribir obscenidades por internet), entre tantos otros.
Si bien algunas de las prácticas son cuestionables, dado que dañan a otros y, por lo tanto, caen en el marco de la ilegalidad, otras son anormales desde la perspectiva de lo extraño, pero no por eso son patológicas, sobre todo si en ellas no se ofende o afecta a otras personas.
Prácticas sexuales minoritarias
Actualmente, todas aquellas prácticas sexuales que no sean de común desarrollo en una sociedad, no son tildadas por los especialistas como anormales, sino que se reúnen bajo el rótulo de minoritarias, porque aunque son extrañas y para algunas personas incluso chocantes, son hechas con el consentimiento de ambas partes.
“Cuando alguien se pregunta, en virtud de todo ello, si una práctica es normal o no, deberá analizar previamente bajo qué cariz se plantea la definición de esa práctica y definir a la vez el medio social, el momento histórico particular, el país e incluso distintas zonas geográficas o subculturas de un mismo país donde esta práctica se realiza”, nos plantea Rosenzvaig.
El especialista agrega que teniendo lo anterior en cuenta, en materia de sexología “no existen respuestas terminantes o definitivas. Así de simple”.
En todo caso, para aquellos que se sienten preocupados acerca de qué tan normal es su conducta sexual, el experto sostiene: “A título provisorio valga para toda ella lo que mucha otra gente cree (y me incluyo entre ella): Que se puede hablar de sexualidad normal cuando la relación y el modo de relacionarse son libremente elegidos, sin mediar violencia ni forma alguna de sometimiento o daño físico o mental, y siempre que todas las conductas surgidas al fragor de la relación sean parte de un acuerdo de placer mutuo”.
Normalidad versus perversión
El doctor Enrique de Rosa, médico argentino neurólogo, siquiatra y sicoterapeuta, especialista en sexología, que ha trabajado en los mejores centros médicos del país trasandino, Inglaterra, Francia; conversó con Zona Mujer acerca de lo que podría considerarse o no como normal en el sexo, tocando el tema de las perversiones y de los trastornos sexuales, dentro de esta misma materia.
-¿Qué es lo normal y lo anormal en el sexo?
-En general, se considera como normal la conducta de goce del sexo que está dirigida a la misma especie, que acepta límites culturales de su marco antropológico y que no provoca en sí o en otros malestares o elementos dañinos o destructivos. Ejemplo: la adicción al sexo, vía al hecho de chatear por Internet, es aparentemente inofensiva, pero si el individuo comienza a dejar de lado el trato con sus pares o desplaza allí su sexualidad es destructivo, de sus reales posibilidades de desarrollo normal.
-¿La zoofilia, gerontofilia, paidofilia, etcétera pueden ser consideradas como prácticas anormales?
-No, son consideradas perversiones, al igual que la necrofilia, por ejemplo.
-¿Por qué hay gente que gusta de este tipo de prácticas? ¿Qué falencias tienen? ¿Qué buscan?
-En general el perverso, por definición busca el goce en un situación paralela a la normal (per vers), y buscan satisfacciones que de una manera u otra no pueden o creen no poder encontrar, en situaciones normales. Es del orden de los trastornos de la personalidad en muchos casos y no hay que olvidar al momento actual la gran influencia de la conducta imitativa sea de pares o de los medios en la búsqueda de emociones.
Por: Karen Uribarri Guzmán
Tengo Ganas de ti, de tu aroma y de tu ser,
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.